The Cuban MiG-23 in air-ground action (in Angola)Ruben Urribarres |
Allí el grueso de sus misiones fueron
de ataque a tierra. Estos excelentes cazas rusos, llamados "chorizos" por los
pilotos cubanos, tenían el doble del radio de acción y carga de
combate que los MiG-21 (llamados "salchichas").
MiG-23UB FAPA I-21 . Foto de Vasco Enrique, Air International
De esta forma los MiG-23 se convierten en un importantísimo
factor en la victoria cubano-angolana, siendo el azote de la UNITA en 1984-1987,
y del SADF sudafricano al intervenir éste en 1987-1988.
Los MiG-23 cubanos en la campaña de 1987
MiG-23 con los colores de la FAPA. La imagen refleja un MiG-23MF, que en realidad no estuvo en Angola, sino sólo los ML y UB. (Dibujo de Chris Banyai-Riepl) | |
Con la aparición de los MiG-23ML en el sur de Angola la FAR
conquista la superioridad aérea sobre la SAAF, la cual el 27 de setiembre
pierde su primer Mirage F1 derribado por MiG-23ML,
desde lo cual la SAAF evitaba contacto directo con los MiG-23. De noviembre de
1987 a enero de 1988 los MiG-21 y MiG-23 de la FAR hacen más de 1,000 misiones
de combate en apoyo de la FAPLA y frenando el avance del SADF y la UNITA hacia
Cuito Cuanavale, obligándolos a moverse sólo de noche, y a enmascararse
muy bien de día. Ya el 5 de enero de 1988 el soldado sudafricano V.W. Beling
escribía en su diario (ocupado luego de la derrota sudafricana en el combate
de Tchipa el 27 de junio de 1988):
"Hoy ha sido un día aburrido, al levantarnos tuvimos una marcha de iglesia, despues sólo tuvimos el resto del día. Todo el día estamos huyendo de los MiGs. Corremos hacia nuestros huecos y nos sentamos ahí hasta que se van. Entonces volvemos a la red de enmascaramiento...." (1) |
El 15 de diciembre de 1987 el SADF comienza la "Operación Hooper", con el objetivo de destruir junto a la UNITA a la agrupación de la FAPLA en Cuito Cuanavale. Sus obuses enmascarados G5 y G6 con 42 km de alcance, inician el hostigamiento de la base aérea de Cuito, lo cual obliga a sus defensores a limitar el empleo de la base aérea por los MiGs, aunque los helicópteros Mi-8 y Mi-24 siguen operando desde allí. Pero con sus intensos bombardeos, los MiGs permiten ganar un vital tiempo para preparar la defensa, y con ello los MiG-23 comienzan a convertirse en factor decisivo de la batalla.
Papel de los MiG-23 en la defensa de Cuito Cuanavale
Tres
días después, el 16 de enero el Coronel Trujillo y el Teniente Coronel
Armando Gonzáles realizan una misión de exploración con MiG-23,
y descubren un Olifant solitario, a varios km al este de Cuito Cuanavale. Siguiendo
sus huellas, encuentran una agrupación del SADF enmascarada, con tanques,
blindados, obuses y camiones. Los MiGs siguen de largo, para hacer creer al enemigo
que no fueron descubiertos, y a 25 km de distancia suben a 7,000 m para llamar
y esperar al grupo de choque de 4 MiG-23ML con bombas. Al llegar el grupo, los
seis MiG-23ML se lanzan en una picada de 60° al enemigo, lanzando varias toneladas
de bombas, y ascendiendo de la picada con 7 Gs de sobrecarga. Los sudafricanos
sufrieron tal sorpresa, que no se defendieron con sus misiles ni cañones.
Los fragmentos de la técnica enemiga ascendieron a 300 m de altura.
El enemigo necesita todo un mes para reponer fuerzas tras su primer
fracaso, y el 14 de febrero de 1988 las fuerzas del SADF y la UNITA inician un
segundo ataque a las defensas de Cuito Cuanavale. A las 9.30 h de la mañana
los MiG-23 de Juan Pérez y Eladio Avila detectan el enemigo avanzando en
formación de combate. De inmediato despegan otros 5 MiG-23ML, descargando
sus bombas en medio de las líneas enemigas. El ataque enemigo es rechazado,
pero a las 13.30 h se repite. Fuerzas de hasta tres batallones del SADF y seis
de la UNITA avanzan apoyados por más de 100 blindados de varios tipos,
entre ellos 40 tanques Olifants. Con tal superioridad
de fuerzas, logran romper la defensa de la 59° Brigada angolana, pero son
detenidos por un audaz contraataque de 8 tanques T-55 cubanos, y los sudafricanos
pierden 10 Olifants, retirándose. La FAR contribuye al rechazo del ataque
enemigo, cumpliendo los MiGs 35 misiones de apoyo aéreo con bombas, y 14
de cobertura aérea. Días después, el 20 de febrero, se repite
el ataque con los tanques Olifant, blindados Eland,
Ratel y Casspir, que fue rechazado de nuevo con el apoyo de los MiG-23. Ese mismo
sábado 20 de febrero por la mañana, la SAAF tiene otra pérdida
dolorosa, cuando los cubanos derriban otro Mirage F1AZ SAAF-245 (del mayor Edward
R. Every), con llos cañones de 23 mm de la Shilka ZSU-23-4 de Juan y José,
y el misil Strela-3 (SA-14) del cohetero Ernesto.
El 25 de febrero por la madrugada el SADF y la UNITA inician otra fuerte ofensiva, iluminándose con bengalas. Sin embargo, caen en los nuevos campos de minas, y bajo el fuego de los cañones de 130mm cubanos y los T-55. En la oscuridad su infantería y blindados se detienen confundidos, y avanzan lentamente con grandes pérdidas. Los MiG-21 y MiG-23 hacen 52 misiones desde Menongue, arrojando 26 toneladas de bombas al enemigo, cuyo ataque de turno es rechazado.
Este día 25 de febrero se producen los últimos encuentros
aéreos de los MiG-23 en la guerra. Durante febrero comienza la caza
de los obuses G5 y G6, que hostigaban todo el tiempo
a las tropas por Cuito. Anteriormente los MiG-23ML salían a atacar estos
obuses, guiándose por las indicaciones de los angolanos o rusos. Pero esta
información era inexacta, o retrasada, y no los encontraban. Los sudafricanos
se enmascaraban muy bien, y dejaban de disparar cuando detectaban en despegue
de los MiG-23, además de que también todo el tiempo cambiaban de
posición. Entonces el mando de la aviación cubana organiza su propia
fuente de información, explorando la zona con parejas MiG-23ML, que debían
llamar al grupos de apoyo de MiG-23. A mediados de febrero el Coronel Trujillo
detecta un cañón G5 por el río Chambinga, y en vuelo rasante
le lanza bombas con paracaídas, luego llegan los demás MiG-23, que
destruyen la pieza. El 21 de febrero el Coronel Trujillo junto al Coronel Luis
Alonso Reina organiza la exploración aérea contra los G5. Desde
entonces los sudafricanos son más cuidadosos, se tienen que retirar al
alcance máximo de sus piezas (disminuyendo la puntería), y cada
vez que detectan el despegue de los MiGs de Menongue, dejan de disparar y se enconden.
Los obuses son en buena medida neutralizados por los MiG-23ML. Un soldado sudafricano
reconoce:
"Los MiGs eran el gran problema en Angola. Nosotros no podiamos usar nada contra ellos, y la FAPLA (con apoyo de Cuba y Rusia) tenian efectivamente la superioridad aerea. Un sargento de G5 (Artilleria) me dijo: "Cuando los MiGs estan en el aire, la guerra se detiene". Los G5 y lanzacohetes multiples tenian que ser cuidadosos en hacer fuego en dias claros, porque sus posiciones se detectaban, y venian los MiGs a cazarlos" (2) |
El último ataque enemigo a Cuito Cuanavale. La Victoria
El fracaso definitivo
del SADF ante Cuito Cuanavale, en su mayor batalla de su historia, tiene varias
consecuencias. Una de ellas es que la SAAF desiste seguir participando activamente
en la guerra, hasta que no reciba nuevo equipamiento, pues sus Mirage F1AZ con
misiles Kukri son netamente inferiores al MiG-23ML con misiles R-24/R-60. Ese
mismo día 23 de marzo los Mirage F1AZ de la SAAF se ven obligados a hacer
su último 683 vuelo de combate en la campaña, abandonando a sus
tropas terrestres y dejando definitivamente el aire en manos de los MiG-23ML,
que seguirán machacando impunemente al SADF y la UNITA. Sólo de
enero a marzo de 1988 los MiGs cubanos cumplen 1,283 misiones de vuelo por Cuito
Cuanavale, realizando 722 misiones de bombardeo y 561 misiones de cobertura aérea,
arrojan 358 t de bombas y 4,000 cohetes S-5, además de otras municiones,
causando inmensas pérdidas en hombres y equipos. Aunque oficialmente el
SADF reconoció sólo 31 muertos durante Cuito Cuanavale, fuentes
extraoficiales sudafricanas admiten que tuvieron 715 muertos.
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La ofensiva hacia Namibia
Desde el
comienzo de la campaña a fines de 1987, el mando cubano traza su plan estratégico.
Mientras el SADF sería entretenido en la trampa de Cuito Cuanavale, las
FAR cubanas lanzarían una gran ofensiva hacia la frontera con Namibia.
Los MiG-23ML cubren el avance cubano, pero la distancia a volar desde sus bases
en Menongue y Lubango aumenta, mientras que los rusos, asustados por posibles
acciones cubanas en Namibia, limitan la cantidad de tanques de combustibles adicionales
suministrados para ellos. Por eso el 20 de marzo de 1988 el mando cubano comienza
la construcción de un nuevo aeródromo en Cahama, a 60 km de Namibia,
con recursos traídos de Cuba. Las brigadas constructoras cubanas realizan
la hazaña de terminar un excelente aeródromo con dos pistas asfaltadas
de 2,700 y 2,500 m de largo y 30m de ancho en tiempo récord de 70 días.
El 13 de marzo aterrizan allí los primeros MiG-23ML. Desde este momento,
toda la zona norte de Namibia está bajo el radio de acción de los
MiG-23ML, incluyendo aeródromos de la SAAF, elemento que con fuerza presiona
sicológicamente a los sudafricanos.
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El 4 de mayo de 1988 se produce el primer combate en el sur con el
enemigo, cuando una compañía de exploración cubano-angolana
del teniente Giomar Fernández, con 81 hombres (60 cubanos y 21 FAPLA) derrota
en una emboscada a la 2° Compañía del 101° Batallón
del SWATF, causándoles 30 bajas y 1 prisionero, 5 Casspir destruídos
y 1 capturado. La columna enemiga sale huyendo por la carretera hacia Namibia,
pero es alcanzada por los MiG-23ML que despegan de Lubango, y golpeada duramente
de nuevo, causándole grandes pérdidas, con lo que casi deja de existir.
El siguiente encuentro fue el 22 de mayo por Tchipa (pueblo a 55 km de la frontera).
Una patrulla de exploración cubano-SWAPO choca con una columna de blindados
del SADF. El enemigo ataca la pequeña patrulla confiado en su superioridad,
mata a dos cubanos, pero llegan de nuevo los MiG-23ML. Cuatro de ellos golpean
al enemigo, que se retira con fuertes bajas. Al día siguiente cerca de
ese lugar el SADF cae en otra emboscada, y deja abandonados intactos 3 vehículos
artillados Unimog. Por los documentos ocupados, se conoce que la unidad derrotada
era parte del batallón 32° "Búfalo", tropas élites del
SADF.
| Boina de uno de los muertos del 101° Batallón enemigo, tras su derrota por Donguena el 4 de mayo de 1988 |
El 27 de junio de 1988
a las 5.00 h una patrulla de exploración cubana junto a algunos combatientes
SWAPO, con 30 hombres en 3 BMP-1, embosca en el camino 15 km al sur de Tchipa
a un destacamento avanzado del 61° Batallón Mecanizado, también
tropas élites del SADF, con 70 hombres en 8 blindados Ratel. Los sudafricanos
son sorprendidos y pierden 5 Ratel (cuatro destruídos y uno capturado intacto),
y tienen 20 muertos. Ellos envían una columna de refuerzo a su derrotada
unidad, pero a las 10.45 de la mañana dos MiG-23ML piloteados por el capitán
Gustavo Clavijo y su número, salen de Lubango y la encuentran en movimiento
a 30 km al sur de Tchipa, causándole numerosas pérdidas, y retroceden.
Pero lo principal llegaría horas después. Estos choques desencadenan
la contundente respuesta cubana ese mismo día, con el golpe de los MiG-23ML
al SADF en Calueque, que pone fin a la guerra.
Los MiG-23 golpean Calueque y Sudáfrica pide la Paz
Para hacer el reconocimiento de los
posibles objetivos de ataque, el 8 de abril de 1988 despega de Lubango un MiG-23UB
piloteado por el Coronel Humberto Trujillo, con el Capitán Francisco Mengana
de Jefe de fotógrafo. Iba acompañado por el MiG-23ML del Capitán
Luis Gonzáles Pardo de número. Eran cubiertos por una segunda pareja
de MiG-23ML que los acompañaba. La primera pareja de MiG-23 pasa rasante
a 30 m de altura de la base aérea de Ruacaná, le hace varias fotos
ante los soprendidos soldados sudafricanos, y luego pasan sobre Calueque, registrando
la base sudafricana. El martes 13 de abril se repite el vuelo con todo éxito.
Ninguna de las dos veces los sudafricanos abren fuego antiaéreo. El detallado
material fotográfico reunido fue enviado a La Habana, donde se planifica
el ataque. Los MiG-23 de Trujillo y Gonzáles llevaban en su vuelo tanques
de combustible adicionales, que debían dejar caer vacíos al girar
en territorio enemigo. Los técnicos habían escrito en los tanques:
"Remember Cuito"
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Tras los choques por la frontera del 27 de junio de 1988 descritos arriba, se realiza la planificada respuesta. Según el plan, este día a las 13.00 horas, 11 MiG-23ML atacan con 16 toneladas de bombas y destruyen el complejo fronterizo de Calueque, que estaba protegido por tropas sudafricanas y era uno de los puntos de concentración del SADF. El complejo daba agua y electricidad a gran parte de Namibia, por lo que era un objetivo de importancia estratégica para Sudáfrica.
El ataque se llevaría a cabo por dos escuadrillas del regimiento de
MiG-23 de Lubango, con 4 MiG-23ML cada una, al mando del teniente coronel Manuel
Arias y el mayor Mauricio López. Cada caza llevaba cuatro bombas de demolición
FAB-500 de 500 kg. Se acercaba la hora de despegar, pero los dos cazas de la pareja
del capitán Gustavo Clavijo no estaban preparados aún (ellos bombardearon
poco antes a las 11.00 al SADF por Tchipa -ver arriba), los técnicos se
esforzaban, pero en 1 hora no les daba tiempo a prepararlos. Por eso el
Coronel Carlos Lamas (jefe de tropa de la DAAFAR), decide incluir en su lugar
a una pareja de Cahama, la del mayor Jorge Rodríguez Marquetti y el teniente
Carlos Palacios. Seis cazas despegarían de Lubango y dos de Cahama. Otros
dos MiG-23ML del mayor Zequeira y el Capitán Alba se mantienen patrullando
sobre Cahama como cobertura aérea en previsión de la posible aparición
de la SAAF, armados con misiles de medio alcance R-24R y de corto alcance R-60M.
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A las 12.30 los MiG-23ML encienden sus motores. Los cazas despegan por parejas, y se dirigen hacia el sur en vuelo rasante a 20-30 metros del suelo evadiendo los radares a 1,000km/h de velocidad. Al acercarse a la frontera giran 100° hacia el noroeste, para sorprender a los sudafricanos desde la dirección opuesta. Los MiG-23ML logran la sorpresa total. Cerca del objetivo dan un salto enérgico, para tomar altura y luego atacar en picada de 30°. La primera escuadrilla del mayor Mauricio López junto a Torres, Godoy y Guzmán, pica por parejas exactamente a las 13.00 sobre Calueque. Ellos destruyen la cabecera del puente junto a las compuertas, la sala de máquinas y los motores de la grúa. Luego llega la segunda escuadrilla del teniente coronel Manuel Arias, con el capitán Orlando Carbó, el mayor Jorge Rodríguez Marquetti y el teniente Carlos Palacios. Para entonces el objetivo estaba cubierto por el humo y las llamas, de los destruídos transformadores saltaban chispas y la conductora de agua a Namibia estaba destrozada. Ellos rematan al enemigo. El mismo jefe de la FAR Coronel Pedro Pérez sobrevuela personalmente el lugar minutos después, en un MiG-23UB junto al teniente coronel Vega Toscano, para la exploración posterior de los resultados del bombardeo.
Los sudafricanos sufrieron tal choque sicológico, que abandonaron el
complejo inmediatamente. A la semana una avanzada de T-62 cubanos llegaba a Calueque,
y se encontraron con las impresionantes huellas del bombardeo. Por doquier había
huellas del golpe aéreo y de la estampida presurosa de los sudafricanos,
varios Casspir volcados y calcinados, sangre y pedazos de carne, fragmentos de
uniforme en los árboles, pertrechos bélicos y conservas esparcidas,
escombros de los edificios y de máquinas. Las bombas dañaron gravemente
el complejo, y causaron importantes bajas a las tropas sudafricanas. El SADF tenía
un campamento oculto en la base del puente, que fue blanco de las FAB-500. Varios
blindados Casspir saltaron por los aires. Una de las bombas dio de lleno en un
albergue de soldados sudafricanos, y lo destruyó totalmente junto a sus
habitantes, víctimas de la metralla y la onda expansiva. Aunque el SADF,
como es habitual, admite oficialmente sólo 13 muertos, el análisis
de los restos y los daños en el lugar, permite calcular que sus bajas podrían
alcanzar hasta unos 50 muertos y 100 heridos. Como escribieron los mismos sudafricanos
en idioma afrikaans sobre una pared de Calueque antes de irse: "Los MiG-23
nos partieron el corazón". El enemigo se vengan en el papel, inventando
el supuesto derribo de un avión por cañón Ystervark de 20
mm, aunque en realidad todos los 11 MiG-23ML regresan a casa sin novedad, y ninguno
de los MiG-23 fue ni siquiera tocado.
El próximo golpe aéreo de la FAR estaba planificado para barrer a la SAAF de sus bases en el norte de Namibia con golpes de MiG-23, si el SADF insistía en seguir resistiendo. Este ataque a la SAAF ya había sido planificado detalladamente por el mando de la FAR desde 1986.
La misma noche del día ataque de los MiG-23ML a Calueque el 27 de junio de 1988, los sudafricanos llaman al mediador norteamericano Chester Crocker, pidiendo que intercediera por un cese al fuego con La Habana, y proseguir las negociaciones de paz. Por ellas los sudafricanos se ven obligados a salir de Angola en agosto de 1988, y a firmar la paz el 24 de diciembre de 1988, garantizando la salida de Namibia en 1989. La humillante derrota en Angola fue uno de los factores que hunden a Sudáfrica en una profunda crisis política, que termina con la democratización del país. Tras cumplir su misión victoriosamente, las tropas cubanas salen de Angola en 1989-1991.
En toda la guerra los medios antiaéreos sudafricanos y de la UNITA fueron débiles. Sin embargo, su propaganda reclama derribar 25 MiG-23 en la guerra, hasta 1988. En realidad, la FAR en 4 años de operaciones del MiG-23 y miles de vuelos, perdió solamente unos 9 MiG-23, incluyendo los perdidos por accidentes. Después del final de la guerra en 1988, parte de los MiG-23ML son enviados de regreso a Cuba, el resto se queda en Angola. El MiG-23ML del Museo de la DAAFAR en La Habana, es un veterano de Angola.
Fuentes
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